lunes, 31 de marzo de 2014

Los Comuneros Antonio Gisbert

Los comuneros de Castilla

Autor: Antonio Gisbert
Fecha: 1860
Museo: Congreso de los Diputados
Características: 255 x 365 cm
Estilo:
Material: Oleo sobre lienzo
Copyright: (C) ARTEHISTORIA

Los comuneros de Castilla

Comentario
En la Exposición Nacional de 1860 presentó Gisbert este lienzo por el que consiguió la primera medalla, segunda en la carrera del pintor. El cuadro suponía la consagración de Gisbert como representante de las ideas progresistas en la época, convirtiéndose en el pintor preferido por el Partido Liberal. Gisbert ha representado el ajusticiamiento de los principales líderes de la revuelta de las Comunidades de Castilla, levantados en armas contra el rey Carlos I para defender las libertades del reino en contra de los proyectos imperialistas del monarca. La ejecución tuvo lugar en Villalar el 24 de abril de 1521. En lo alto del patíbulo levantado en la plaza mayor de la villa castellana -cuyo caserío e iglesia se recortan ante el cielo- Juan de Padilla escucha con entereza los consuelos que le otorga un fraile dominico que señala con sus manos al cielo. Padilla viste ricos ropajes que nos indican su ilustre condición, bajando su mirada con gesto resignado y valiente, aguantando con firmeza la visión del cuerpo degollado de su compañero Juan Bravo, cuyas manos inertes están siendo desatadas por uno de los verdugos. Otro de los verdugos, como escarmiento, muestra al pueblo la cabeza del ajusticiado. Francisco Maldonado, el tercer líder de la revuelta, comienza a ascender las escaleras del patíbulo con gesto incómodo ante los protocolarios consejos que le da un fraile anciano que empuña un pequeño crucifijo.
Padilla es el eje y centro de la composición, siendo el que atrae la primera mirada del espectador, distribuyendo Gisbert de manera equilibrada el resto de las figuras, al tiempo que exhibe su dominio de las proporciones y de los escorzos, como el verdugo que desata las muñecas o el cadáver del comunero degollado. También distribuye acertadamente los planos, desde las dos figuras del extremo derecho, cortados sus cuerpos para resaltar la altura del cadalso, hasta el verdugo del fondo que proyecta su brazo con la cabeza cortada hacia el fondo de la escena, marcando al diagonal que organiza la composición. Gisbert ha introducido el tratamiento secuencial en la escena al disponer las tres fases del suceso: la subida al patíbulo, la espera y la degollación.
Debemos destacar la perfección del dibujo y el magistral dominio en la reproducción de las calidades táctiles de las telas, así como los nobles rostros de los comuneros que contrastan con la impersonalidad de los monjes. Gisbert emplea una perspectiva de abajo a arriba con el fin de colgar el lienzo a cierta altura y crear en el espectador el ilusorio efecto del patíbulo, situando el cuerpo del comunero degollado a la altura de la vista para causar el sobrecogimiento del espectador. Primera medalla en la Exposición de 1860, no alcanza, por la decidida oposición de los académicos, vocales del Jurado, la medalla de honor, ante la incomprensión general que se multiplica en actos de desagravio: "La América" organiza una suscripción pública para premiarle con una corona de oro en un multitudinario homenaje, Olózaga con su oratoria exaltada logra que el Congreso lo compre por la astronómica cifra de 80.000 reales Pero... hoy el cuadro permanece en el olvido. Quizá no estaban tan equivocados los académicos.
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viernes, 28 de marzo de 2014

Un lugar, una ciudad, un pueblo... Algemesí flora y fauna

Algemesí es un municipio de la Comunidad Valenciana, situado en la comarca de la Ribera Alta, Provincia de Valencia. Está ubicado al este de la península ibérica, en la llanura litoral valenciana, junto a la desembocadura del Magro en el Júcar, y con una parte de su término municipal en el Parque natural de la Albufera.

 De fundación islámica como alquería, su topónimo procede del árabe al-jabbāzīn (الخبازين), que significa "los panaderos" o "los tahoneros". También se afirma que significa lugar soleado, es decir, lugar donde da el sol todo el día, ya que Algemesí es de los pocos pueblos de la zona, en el que no hay ninguna montaña cerca que le quite la luz solar durante el día.

Flora y fauna

Grupo de Samarugos.
Las principales formaciones vegetales naturales que encontramos en la localidad, actualmente, son fundamentalmente acuáticas, como aquellas que están en contacto con las masas de agua del Parque natural de la Albufera, donde se desarrollan comunidades de cañas, eneas, mansiegas y carrizos, los cuales desarrollan sus raíces en el agua dulce o el lodo húmedo. O las comunidades que se desarrollan en el lecho fluvial del Río Magro, es decir, la típica vegetación de ribera, con especies como los chopos, los tarays, los juncos, las adelfas, las eneas, etc.
En cuanto a la fauna, hay que destacar algunas especies, como el fartet, el samarugo, el pato colorado, la cuchara común, el ánade azulón, la garcilla bueyera, la garcilla cangrejera o la garza real, entre otras muchas especies. La importante biodiversidad de Algemesí se debe a que parte de su término está dentro del Parque natural de la Albufera

martes, 4 de marzo de 2014

Francisco Pradilla Galeria de pinturas

Galería de pinturas

Doña Juana "la Loca" (Museo del Prado, 1877)
La Rendición de Granada (Palacio del Senado, Madrid, 1882).
Bautizo del Príncipe Juan (Museo del Prado, 1910)

FRANCISCO PRADILLA. Doña Juana la loca

CUADRO DE FRANCISCO PRADILLA: -Doña Juana la Loca- (Museo del Prado). Exégesis y Comprensión.


Hay que situarse en el periodo pictórico del  romanticismo histórico en el siglo XIX. Fueron entonces varios los artistas de la época que realizaron obras sobre el tema de amor y muerte de la Reina: Ibo de la Cortina, Carlos Giner, Gabriel Maureta, Lorenzo Vallés … Pero sin duda, el cuadro histórico más conocido, es el que realizó Francisco Pradilla en 1877, en plena ebullición romantica, que, por supuesto, no muestra su aspecto real, pero si su actitud enfermiza. Pradilla retrata un instante del episodio más difundido de la vida de la Reina, como fue un descanso en el lóbrego y errante traslado del cuerpo de su esposo Felipe, fallecido en Burgos en septiembre de 1506, a la ciudad de Granada.
Desde niña, Juana mostró un carácter muy extremo en sus costumbres, en parte por la educación piadosa que recibió, llegando a dormir en el suelo como penitencia, o a autolesionarse flagelándose. Con el paso de los años, ese extremismo llevado a su existencia cotidiana y complicado con los celos que le originaba su matrimonio, llegó a producirle graves alteraciones psicológicas de esquizofrenia paranoide.
Tras la muerte de su esposo, los trastornos se hicieron más notorios y duraderos. Cuentan, que la Reinaestuvo presente mientras embalsamaron el cuerpo, no permitiendo en ningún momento la presencia de mujeres junto al ataúd. Tampoco consintió el enterramiento y ordenó que trasladaran el cadáver a la Cartuja de Miraflores por ser monasterio sólo de hombres y allí, en una sala privada, le visitaba frecuentemente abriendo el féretro con una llave que llevaba siempre colgada del cuello.
El 20 de diciembre de 1506 , 3 meses después del fallecimiento, doña Juana accedió a trasladar el cuerpo de su esposo de Burgos, concretamente desde Arcos de la Llana lugar donde comienza la peregrinación hasta la ciudad de Granada para ser enterrado, junto a su madre Isabel, en el Panteón Real de la Catedral. Envío la Corte por delante, y ella personalmente acompañó el cortejo fúnebre compuesto únicamente por frailes, media docena de criadas ancianas, que debían ir siempre alejadas del féretro, los porteadores y soldados fuertemente armados, que evitaban que ninguna mujer de los pueblos o aldeas por los que atravesaban pudiera acercarse al ataúd.
Hacía marchas muy cortas, viajando solamente de noche a la luz de las antorchas que portaban los soldados. Se detenían en algún pueblo al amanecer y en su iglesia se introducía el féretro de don Felipe, al que durante todo el día se le decían misas, celebrando una y otra vez el oficio de difuntos. La propia Juana viajaba en carruaje y, a veces, a caballo para poder acercarse hasta el cadáver que era trasportado en andas, y cuyos portadores eran relevados con frecuencia debido al hedor insoportable que, por motivo de un mal embalsamamiento, despedía el cuerpo. En una de las paradas habituales al clarear el día, se introdujo el cadáver en un monasterio del lugar. Al percatarse la reina de que se trataba de un claustro de monjas, ordenó inmediatamente que se sacara el féretro de allí y se acampara en pleno campo. Ese es el momento que idealiza Francisco Pradilla en la célebre obra romántica: “Doña Juana la Loca”.
La figura de doña Juana se encuentra en el centro de la composición, mirando con ojos enfermizos el catafalco de su esposo adornado con las armas imperiales: en el paño sobre el ataúd aparecen bellamente los bordados del Águila Imperial Exployada y el León de Brabante. Sobre las andas, estampados sobre el lienzo blanco, los cuarteles del Reino de León, el Águila Imperial Bicéfala, Flandes y Tirol y Castilla; tras el candelero, el cuartel de Granada, el Águila de Sicilia, el de Aragón y el Borgoña.

La Reina viste un amplio y grueso traje negro de terciopelo que pone de manifiesto su avanzado estado gestación, apreciándose claramente en su mano izquierda las dos alianzas. Se intuye el frío de la mañana del invierno de la Meseta, en la fuerte ráfaga de viento que cruza la obra empujando mágicamente el humo de la hoguera, la llama de los velones y el manto de la Reina. A la derecha, el monasterio del que doña Juana ordenó sacar el féretro de su marido.

Mientras los varones de la comitiva permanecen de pie, las mujeres son representadas sentadas y concentradas en la misma visión de doña Juana. Al fondo, algunos personajes masculinos  se ausentan de la escena formando corros de conversación. Otro de los temas a destacar del cuadro, además de la soledad de la Reina, que parece introvertida en su desgracia, es el silencio que se adivina en la escena. La obra da la sensación de ausencia total de ruido.

Doña Juana no llegó hasta Granada. La lentitud del cortejo fúnebre, la peste, el alumbramiento a su hija Catalina en Torquemada donde permanece 18 meses, para salir de allí y por ese motivo a Hornillos de Cerrato; las entrevistas con su padre Fernando, las quejas al rey de los nobles que se veían obligados a acompañarla,  originaron que, al final, la Reina cediese a trasladarle desde la localidad  hasta Arcos de la Llana (deshaciendo el camino de ida) en febrero de 1509, dos años después de su salida de Burgos. Los restos de don Felipe fueron depositados en el convento de Santa Clara de Tordesillas, hasta que en 1525, su hijo Carlos I, ordenará su traslado definitivo a la Catedral de Granada.
Doña Juana permanecerá retenida y custodiada en Tordesillas 46 años, desde su llegada con 29 años hasta su muerte en 1555, fecha en la que contaba 75 años de edad. Curiosamente, su hijo Carlos abdicará seis meses después de la muerte dela Reina. Esos serán los únicos seis meses en los que legalmente será Rey de España.

-Puedes ver el trailer de la película del mismo nombre.

Francisco Pradilla

FRANCISCO PRADILLA

Francisco Pradilla y Ortiz
Autorretrato de Francisco Pradilla.jpg
Autorretrato de 1917
Nombre completo Francisco Pradilla y Ortiz
Nacimiento 24 de julio de 1848
Villanueva de Gállego, Zaragoza, España
Fallecimiento 1 de noviembre de 1921 (73 años)
Madrid, España
Nacionalidad Español
Área Pintura, Acuarela, Historia
Movimiento Clásico, Académico
Educación Academia Española de Bellas Artes de Roma.
Premios primera medalla de Honor que se concedía en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y una medalla de honor en la Exposición Universal de París (1878)
Francisco Pradilla y Ortiz (Villanueva de Gállego (Zaragoza), 24 de julio de 1848Madrid, 1 de noviembre de 1921) fue un pintor español, Director de la real Academia de España en Roma y del Museo del Prado.

Biografía

Aprendió con dos pintores decoradores en Zaragoza. En 1863 se trasladó a Madrid, donde estudió a los antiguos maestros. En 1874 fue pensionado en la primera promoción en la Academia de España en Roma junto a Casto Plasencia Jaime Morera y Alejandro Ferrant continuando después su estancia en Roma.
Su primer cuadro de importancia fue El rapto de las sabinas para las oposiciones a la pensión de la Academia española en Roma, al que siguió en 1878 Doña Juana la Loca, como trabajo de dicha pensión. Por este colosal cuadro obtuvo Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes (España) de 1878 y una medalla de honor en la Exposición Universal de París de 1878.
Por encargo del Ayuntamiento de Zaragoza, realizó los cuadros de Alfonso I el Batallador y de Alfonso X el Sabio. Se superó con la realización de La rendición de Granada (3,50 X 5,42 m) de 1882, que se destaca tanto por la limpieza de la caracterización como por la viveza de la representación y la grandeza del estilo. El cuadro ganó el primer premio en una exposición de Múnich de 1893. Otras obras de este autor de gran interés son: El suspiro del moro, La lección de Venus al amor, y Vendimia en las lagunas Pontinas.
Además de estas composiciones, Pradilla también tiene obras más pequeñas sobre la vida del pueblo, del tipo que realizó Fortuny.
Cabe anotar que fue el Director de la Real Academia de España en Roma. Por poco tiempo, pues renunció al decepcionarse por los engorrosos trámites burocráticos que impedían su gestión y le impedía dedicarse a pintar, sin embargo el 3 de febrero de 1896 acepta el puesto de Director del Museo del Prado, siendo sustituido dos años después por el hasta entonces subdirector, el pintor luis Álvarez Catalá, que contaba con el apoyo institucional de la reina María Cristina.